Tengo la habitación patas arriba,
intentando cambiar de sitio la cama para que no me recuerde a ti,
pero no hay ni una sola esquina de mi cuarto en la que no hayamos deslizado nuestros cuerpos.

Ni siquiera el suelo se salva,
testigo de nuestros pies descalzos
y nuestra ropa repartida por todos los rincones.

Tampoco puedo ponerla en el centro,
estaría desprotegida por los dos lados de la cama,
y me caería constantemente como lo hacía contigo.

Joder, otra vez vuelvo a recordarte.

El único sitio donde podría dormir es en el techo,
pero de noche siempre aparecen unos pequeños puntos que se cuelan por la ventana,
que parecen estrellas lejanas,
y vuelvo a acordarme de ti.

Me va a costar desactivar el modo recordatorio,
el botón se quedó bloqueado desde la última vez que viniste,
y necesita tu huella dactilar.

Con lo fácil que era antes.

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