Eras como esas uñas que se deslizaban por mi espalda,
erizándome la piel de placer,
esas uñas que se clavan mientras te movías entro de mí,
esas uñas que te muerdes.

Y de tanto mordértelas terminaron limándose,
sin dejar la marca en mi cuerpo.

No, no es lo mismo.

Comentarios

Entradas populares de este blog