Como se nota que va llegando la primavera,
llegan las aves a los árboles,
felices, silbando, construyendo sus nidos para quedarse esta temporada.

Mi ave rara, en cambio, seguirá posándose por distintos árboles sin dejar rastro,
sin dejar el corte de su huella,
pero si alguna que otra pluma,
para revivir las hojas secas.

Las aves le cantan a la primavera,
y mi ave rara susurra un adiós al invierno mojado,
un marzo de cambios,
pero un calor que no llega.

Su eterno abril siempre irá con ella.

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