Anoche hice un largo camino sobre los trenes.
Estuve sentada en la estación esperando a que pasara el tren con destino tu alma.
Siempre he sido de coger el trayecto más corto, pero nadie nos dijo que la próxima parada aún no se había construido.
Lo bueno es que ni el jefe de cabina ni yo teníamos prisa en llegar.
Lo malo es que a causa de la lentitud, los vagabundos se colaban en los vagones abiertos, avanzando hasta la cabina central donde estabas tú.

Fui cobarde, y me quedé en el último vagón, esperando a que te dieras cuenta de que no me importaba el viaje, ni los vagabundos, me importaba el destino.

Al final el jefe de cabina se descuidó y escarriló,
y aquí estamos,
esperando en las vías a alguien que nos encuentre,
en vez de mirarnos.

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