Cuando por fin, después de varios días de insomnio, había podido cerrar los ojos y dormir, una de las estrellas de su techo cayó sobre ella, clavándose en su mano, creando su lunar favorito.
Al final acabó quitándolas, por si otra estrella volvía a caer.

Tras publicar esto de madrugada, suena su móvil. Ella, que ya le había ganado al insomnio, tuvo que ceder otra vez para otra lucha. al mirar el móvil, aparece su nombre, el pintor de las nubes extrañas y cigarros aliñados, y un favorito fugaz que al final desaparece.

Tan fugaz como la única noche que pasaron juntos en la ciudad.
Que casualidad.
Y volvió a ganar el insomnio.

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