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El recuerdo de la concordancia entre nuestras dos almas y el sentimiento que se está creando dentro me hace más corto el día, más largas las noches y más grande el amor que siento. Tiene un corazón que no le cabe en el pecho, dañado, casi deshecho, pero despiezaré el mío para que bombeemos al unísono lo que estamos descubriendo, para que vuelva a latir de nuevo. Un amor correspondido y sano, lo que siempre he buscado y nunca había encontrado. Ahora sí.
Cuando se complementan las piezas de dos puzzles dañados,  uniendo cuidadosamente con cariño, aprecio y respeto,  viviendo el tiempo sin prisas ni adelantamientos,  crea una imagen que no es perfecta pero tiene amor y vida. Porque el arte no es las palabras ni las líneas ni las formas que se crean, es el sentimiento que se crea cuando se hace, se lee, se mira. Mis palabras y su tinta hacen que esta historia sea bonita,  una de las que no se olvidan,  de las que creía extintas. 
Aún no había descubierto el color de sus ojos  y quería adentrarme en ellos hasta llegar a su pecho, concordar nuestro pulso para bombear juntos y seguir mirándole cuando no me mira, esquivar el contacto visual que intimida y activa la risa, querernos con tacto y darle sentido a los otros.  ¿Cómo iba a saber el color de los míos  si cuando le miraba se me dilataban las pupilas?
Su sonrisa iluminaba más esa noche que la lámpara que nos iluminaba,  encendiendo las risas,  acelerando el tiempo,  comiéndonos las ganas de comernos. Hacía tiempo que no había visto al completo el firmamento. El mundo estaba abajo,  nosotros ya no estábamos dentro,  eramos la estrella nueva que mantiene los deseos de las ya muertas. Ésta vez,  quiero formar una constelación contigo y dejar a las fugaces pasar. Ésta vez, me has cumplido.
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Y mientras las luces iluminan ahí sigue la luna, siempre presente todas las noches,  siendo o no oscuras, mostrando su lado más lumínico,  dejando lo oscuro para sí misma. Luna, llena de cráteres, golpes del tiempo que poco a poco la deshacen sin que nadie lo perciba. Tanto escriben de ti, y luego tanto te olvidan cuando encuentran otra luz a la que acudir. Luna, siempre habrá alguien que te mire diferente, y preferirá tu luz en su oscuridad, en sus estaciones, que una luz de verano candente. Quizás, solo quizás, alguien se enamore de tu luz indefinida y deje de desear las estrellas fugaces.
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Soy coleccionista de flores, ya marchitas,  que me regalan por el camino, de recuerdos, ya perdidos,  que quiero olvidar y nunca he podido, de piedras tropezadas, de sentimientos reprimidos, de ganas contenidas de ilusiones rotas, de fracasos, de finales infelices. Soy coleccionista de fragmentos de vidas ajenas,  incompatibles con la mía,  que quiero disecar y no marchitan.
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La hoja sufre cuando la separan de su rama, la rama sufre cuando la arrancan de raíz, las raíces dejan de sentir, y al final, ni raíz, ni rama, ni hoja por la que vivir.
Qué hacer con esto. Conmigo, contigo. Con nosotros. Qué hacer con el cielo de tus ojos que encandilan los míos cuando los miro, qué hacer con lo que hemos perdido, ¿recordarlo? ¿olvidarlo? ¿dejar de sentirlo? No se vive nada idéntico a lo que se ha vivido, soñado, imaginado, no hay nada idéntico a ti, nadie, nada, y esa es la putada.
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Mi vida es una cueva vacía que ha sido llenada por nómadas  que buscaban materiales de supervivencia y no encontraron nada, una cueva abandonada,  tan agrietada de tantos agujeros hechos por ellos,  de tantos desperdicios sueltos,  de tantas piedras tropezadas en la bajada. A veces,  dejo que las rocas se desgasten y me conviertan en arena  para que pueda esparcirme hasta llegar al mar  y recomponerme en otra piedra adentrada en la profundidad  para que nadie tropiece conmigo jamás. Y otra vez volver a la cueva, y otra vez quedarme quieta, sin nadie adentro.
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He encontrado un hueco vacío que no quiero llenar, solo flotar, dejar el cuerpo muerto, y revivirlo con los sentimientos que no me hagan sufrir. He encontrado un hueco vacío que no quiero llenar, para que me de una tregua en los ataques de suspiros contenidos por no llorar.
Y ahora, ¿que puedo decir yo?  Si he perdido todos los sentimientos que tenía dentro;  si apenas como, veo, y sobre todo duermo,  si las ojeras ya no me las provocas tú sino en tiempo muerto  que vivo labrando un futuro que no tiene nada que ver con el que quiero,  pero que me aporta ahora lo que necesito,  material de supervivencia en una ciudad en la que ya no quiero estar,  en la que ya no quiero conocer a nadie porque desaparecerán. He compartido tantas veces mi playa favorita que la han desarenado,  llenandose de rocas que se clavan en mis pies descalzos, de sombrillas rotas que no se lleva el viento. Cuando ya no queda nada, empieza la búsqueda de todo, pero esta vez no tengo fuerzas ni ganas.
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Diste la vuelta a mi mundo en pocas horas, y desde entonces estoy perdida en un punto del océano de las dudas,  donde nadie quiere buscar,  donde hay alerta de hundimiento,  donde las ganas se han anclado en la profundidad y no saldrán a flote jamás. Lo que me duele es que la persona de mi mundo podrías haber sido tú, y el momento equivocado toda la vida.
He colgado el cartel de cerrado en mis labios, peligro de derrumbe corporal, reformando el interior, oscureciendo un poco más la piel  para dejar marcadas las cicatrices blancas y acostumbrarme a ellas, que dejen de doler. El dolor duele menos cuando ya ha dolido. Me ha dolido tanto todo casi todo el tiempo de mi existencia  que soy inmune al dolor  hasta que encuentre a alguien diferente y termine de matarme. Y cuando lo encuentre,  volveré a inaugurar la apertura de mis labios, endureciendo la coraza  para que las ganas se mantengan dentro  y se sustente el amor en mi caja torácica del bombeo vital, dejar de darle importancia a las cicatrices a hurgar cuando todo va mal. Cuando lo encuentre,  volveré a renacer.
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Aves de paso, compañía indefinida hasta la bajada al suelo. Nos he encontrado, sincronizando vuelo, sincronizando pulso, compartiendo cielo.
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Nací con la música incluida en mis oídos, percibiéndola en el inicio de la vida desde los oídos de mi madre, he crecido con ella, tarareando sonidos y letras, descubriendo nuevas melodías desde pequeña mientras mi madre salía en antena. La música ha estado presente en todos los cambios y etapas de mi vida, antes, en la transición del cambio, y después. Música para dormir, para reír, para bailar, para llorar, para pensar, para desconectar, para follar y hacer el amor... siempre música. Uno de los grandes placeres de mi vida que nunca dejaré de disfrutar.
Lo mejor de la vida es el tiempo que no se ha vivido, y las ganas aumentan por descubrirlo. Descubrir nuevos precipicios, nuevos olores, nuevos seres, nuevas sensaciones, recuperar los sentidos que había perdido. Puede que no haya tenido todo lo que he querido, pero he amado y sentido cariño por todo aquel que me ha olvidado. A partir de ahora, mi tiempo no será perdido, será vivido, disfrutado, a mi propio lado.
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Suena la música.  Una canción aleatoria se cuela entre la lista de reproducción de su memoria.  Cierra los ojos, se adentra en el espacio abierto y abandonado que es su corazón y lo balancea por todo su cuerpo. Cae, se levanta, vuelve a tropezar y vuelve a levantarse. Quería malgastar su fuerza en tensar los músculos en vez de hacerse daño solo en los puños. Quería sentirse viva, ésta era su única terapia.  Saboreaba la sangre en su boca, sentía el bombeo del corazón sobresaliendo de su piel, notaba la contracción de sus pulmones que habían estado mucho tiempo inmóviles y llenos de humo, su piel se erizaba debilitándola, pero la situación por la que estaba pasando, la rabia que le provocaba, le empujaba a seguir bailando...
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He dejado en la orilla malos recuerdos pasados  para que las olas lo arrastren a la profundidad del olvido, clavos que tenía clavados en el pecho que dejé hincar  para demostrarle a mis sentimientos que podían sentirlos, complejos que no me dejaban mostrar mi cuerpo. Lo he dejado todo en el mar,  y he dejado el cuerpo muerto  para que se lo lleve el aire y amolde uno nuevo. Aire que ha aliviado el calor del sol de mi cuerpo quemado  por demasiadas chispas que no se hicieron fuego. Y ahora, calma, esa calma que tanto me hacía falta.
No te ilusiones, por favor, no cedas, aunque te hayas adentrado en el desierto oscuro de sus ojos, aunque hayas acariciado la piel intacta de su mente, aunque hayas descubierto una mancha imborrable en su cuerpo. No te ilusiones, por favor, no lo hagas, aunque te tocara como nadie, aunque te haya tratado como un ser significante, aunque sea quien estabas buscando todo este tiempo. No te ilusiones, por favor, no prolongues el pensamiento, aunque hayas hecho realidad las escenas que creabas en tu cabeza, aunque hayáis recorrido medio mundo corporal, aunque pienses que por fin ha llegado tu momento. No te ilusiones, por favor, porque tarde o temprano te darás cuenta de que eres la persona que nadie esta buscando, porque tarde o temprano, desaparecerá, y volverá el daño.
Me da miedo mirarme al espejo durante mucho tiempo, sentir esa extrañeza de mirar mis ojos, mirarme, centrar la atención en mí. Me doy cuenta de que no soy como me veo. Tengo un rostro envejecido que se va deformando con el paso de los años, tengo los defectos demasiado marcados que provocan el alejamiento de personas  que me idealizaron por encima de sus posibilidades. No soy lo que creen. No soy lo que crean. Quizás sea ese el problema, que quiero ser humana y no perfecta.
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Solo le seré fiel al viento a los paisajes que me encuentro le seré fiel a la vida si con esto no me hace sufrir por dentro.
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Él, tan Frankenstein, yo, tan Elisabeth, unos seres que sobrepasaban el límite de la órbita de la estabilidad humana, unos incomprendidos, unos solitarios, que no habían descubierto el sentimiento de ser correspondidos. Era diferente, y eso me gustaba, era la bestia de Disney, y yo... una simple chica que soñaba con aquella biblioteca, buscando la belleza interior. Pero ni él era tan bestia, ni yo soy tan bella. Él sigue siendo Frankenstein, y yo una réplica malformada aún más solitaria. Él ha encontrado ya a su bella, y yo sigo en búsqueda de la cura para la cicatrización de heridas.
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Tenía que haberte seguido, haberme escapado de la jaula y dejarme llevar por cielos desconocidos haberlo dejado todo atrás haberme querido un poco más. Debería haber desaparecido y dejar plumas a mi paso como tú lo hiciste conmigo. Debería haberme ido lejos hace mucho tiempo pero tengo el síndrome del héroe demasiado desarrollado y no puedo dejar que otras personas vivan lo que yo estoy sufriendo. Debería haber escapado contigo, pero hay una diferencia: yo no vuelo, y tú no piensas.
Vuelves y piensas que será como la primera vez pero esta vez será diferente. Estoy herida, en defensa, con la coraza puesta. Vuelves y piensas que me volverás a tener pero no dejaré que vuelvan los capullos que no quisieron en mi abono florecer. Ahora que podía sin tu recuerdo respirar vuelves salpicando agua para recordarme que donde estaría mejor sería en tu profundidad. Vuelves ahora después de todos estos meses indiferentes donde yo he seguido hiriéndome tu has seguido olvidándome hasta que tu chica-elección te ha dejado en duda. Vuelves siempre vuelves pero esta vez seré yo quién vuelva a quererse.
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La cara expuesta y oculta de la luna la belleza de la naturaleza dos almas que forman una cuando se juntan. Perdemos poco a poco alguna parte de nosotras ofreciéndola a quién mas queremos y seguimos renovando energía para seguir compartiendo. Somos resiliencia salvadoras de vida ajena y aunque paren el mundo nosotras seguiremos subiendo a los picos más altos seguiremos saltando en los charcos riendo, llorando, seguiremos sufriendo, pero habremos amado.
He estado tanto tiempo acostumbrándome a estar sola que cuando abro los brazos, no sé como hacerlo. No sé si al abrazar me apuñalarán por detrás, o me tirarán a l suelo. Pienso que todo el mundo que se acerca a mí quiere hacerme daño, siempre estoy alerta al mínimo movimiento para esquivarlos y huir. Me creé mi propio mundo, intolerante a los sentimientos, reprimiendo cada emoción positiva y negativa. Absolutamente neutral. Y ahora no sé como salir de aquí. Sé que me volverá a pasar, que me saltaré las reglas y volveré a sentir. El problema será que cuando lo haga, se abrirán aun más todas mis grietas interiores, le saldrán flores a mi tubérculo bombeante, pero no podré controlar las mangueras de riego; y siempre acabo desbordándome.
Estoy cansada de artistas de bragueta fácil y sin sentidos de bohemios que te regalan las nubes, una canción y salen corriendo, de chicos que te follan una vez a la semana para no hacerte daño. Estoy cansado de ser el segundo plato nocturno cuando el primer plato te ha sabido a poco y sacias tu hambre con mi cuerpo dejándome los restos del primero. Les dices que te gustan y te responden que no es buena idea pero vuelve el calentón de su entrepierna a aparecer por la puerta con un hola de madrugada con orden de respuesta con un "me apetece verte" que no tiene otra intención que lo de abajo comerte. Estoy cansada de poetas que le escriben a su musa y se acuestan con cualquiera y ahí estamos nosotras calladas como putas para no joderles el poema. Estoy cansada de que siempre que aparece el amor mi corazón se tenga que hacer el muerto. Mi único error fue no mandar a la mierda a tiempo pero sois como los cocodrilos que se recuestan en el fango y les resb
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Recordaré el ultimo paseo sin retorno, en el que entre lágrimas me despedía de esas calles  que con ilusión crucé y nunca regresaré. Cerca de las vías, donde pensaba que todo empezaría, y al cruzarlas se acabaría la ilusión de otro que pudo haber sido y no lo fue. El tren paró en otra estación que como siempre no era la mía. Perdí el sur, minutos que desgasté en la tierra por estar en el mar más doliente, el de las dudas, siendo yo la única flotante. Volveré a ser una errante, un ave de paso en un mundo de brisa de esperanza inexistente, cuerpos andantes en busca de conseguir el placer del manjar canibal, el sexo, y la sed. Muriéndome de hambre.
Si tuviera fuerzas paranormales, eliminaría todo rastro en mi sangre de ti, arrancaría tu gen para no convertirme en un monstruo como te convertiste tú, una víctima para los demás, y un asesino de infancias para los que creaste. Si tuviera valentía, te diría todo lo que guardo, me come, me desgarra, me mata el alma, y las ganas por conseguir estabilidad en mi vida. Si tuviera valentía, tú no estarías libre, y yo anclada a un pasado que no arde por fuera, y me quema por dentro cada vez que apareces. Si el tiempo pone a cada uno en su lugar, que te ponga lejos, donde tu daño no llegue hasta mí.
Hay dos tipos de personas: las que están destinadas a estar con alguien y las que están destinadas a estar solas. Las personas que son elección y las personas que son duda. Y luego hay infinitas variantes, de excepciones, entre todas ellas yo. Yo soy del tipo de personas que quieren estar destinadas a estar con alguien y no puede, una ilusionista reprimida que no sabe lo que hace mientras otros se marchan y encuentran a la chica de su vida. Siempre seré la duda, la que no quieres dejar porque hay algo que engancha pero no ven más allá de ello, no puedo darme a conocer, no me dan la oportunidad de hacerlo, por eso tengo miedo. Tengo miedo de desnudarme, de que alguien más sepa la historia de mi vida y se marche. Tengo miedo de darme a conocer y que no me entiendan, de querer y que no quieran. Tengo miedo de pensar en alguien porque se que luego no se cumple, de descubrir algo diferente que me marque y no pueda olvidarle. Tengo miedo de darlo todo y quedarme sin nada, Y la co
Te quise. Te quise tanto que abandoné antes de ser mayor de edad a mi familia me comprometí contigo para poder ser libre. Te quise tanto que te esperé siempre con los brazos abiertos y los labios húmedos para recibirte después de cada viaje. Te quise tanto que te perdoné que quisieras marcharte con otra mujer  y abandonarme con tu hija. Te quise tanto que hice olfato nulo cada vez que volvías del trabajo con olor a alcohol, que acepté tener más hijos para mantener la relación. que aguanté tu mal humor tos golpes, tus gritos, tus salidas sin ninguna explicación. Te quise tanto que hice oídos sordos mantuve la cabeza firme y la sonrisa en la boca cada vez que me engañabas con otra. Acepté que no le dieras cariño a tus hijos que solo les compraras caprichos y después dieras la orden de silencio hasta despertarte. Te quise tanto que hice ojos ciegos, aun sabiendo la verdad seguí a tu lado para no hacerme daño. Te quise tanto que me abandoné como mujer
Yo, que desde hace tiempo soy ancla de los barcos a la deriva no quiero más barcos hundidos por el fracaso de querer y no ser correspondido. No quiero más deshechos en mi pecho que oxidan el movimiento, que bloquean el engranaje del tubérculo bombeante. Yo, que desde hace tiempo soy ancla, estoy deshaciéndome de infelicidades pasadas para poder flotar en el agua y dejarme llevar por las olas ondulantes del océano; otro mundo que no tiene nada que ver con el nuestro. Yo, que desde hace tiempo soy ancla de carne, quiero ser hierro para ser dura y fuerte en las tormentas y encontrar tierra firme en alguna isla desierta.
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Gracias a la vida que no me ha dado nada que me ha hecho luchar por todo. Porque me ha hecho más fuerte cuando me he sentido débil, porque la lucha por conseguir una sonrisa permanente  me ha hecho vivir en el mundo resiliente. Gracias a la vida que no me ha dado nada pero la naturaleza se ha encargado de dármela.