He dejado en la orilla malos recuerdos pasados 
para que las olas lo arrastren a la profundidad del olvido,
clavos que tenía clavados en el pecho que dejé hincar 
para demostrarle a mis sentimientos que podían sentirlos,
complejos que no me dejaban mostrar mi cuerpo.

Lo he dejado todo en el mar, 
y he dejado el cuerpo muerto 
para que se lo lleve el aire y amolde uno nuevo.

Aire que ha aliviado el calor del sol de mi cuerpo quemado 
por demasiadas chispas que no se hicieron fuego.

Y ahora, calma,
esa calma que tanto me hacía falta.


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