He colgado el cartel de cerrado en mis labios,
peligro de derrumbe corporal,
reformando el interior,
oscureciendo un poco más la piel 

para dejar marcadas las cicatrices blancas y acostumbrarme a ellas,
que dejen de doler.

El dolor duele menos cuando ya ha dolido.
Me ha dolido tanto todo casi todo el tiempo de mi existencia 

que soy inmune al dolor 

hasta que encuentre a alguien diferente y termine de matarme.

Y cuando lo encuentre, 

volveré a inaugurar la apertura de mis labios,
endureciendo la coraza 

para que las ganas se mantengan dentro 

y se sustente el amor en mi caja torácica del bombeo vital,
dejar de darle importancia a las cicatrices a hurgar cuando todo va mal.

Cuando lo encuentre, 

volveré a renacer.

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