Texto escrito junto a Jose Luis Montalbán (@joseluishorn / @Mr_BeardyMan)

¿Te has parado a pensar lo que queda impregnado en los sitios donde pasas cierto tiempo?
Lo que queda, tanto lo bueno como lo malo: risas y llantos, gritos y gemidos;
todo eso es tu vida, o mejor dicho,
el reflejo de ésta que se queda en ese espacio que has compartido.

Han sido tantos abrir y cerrar de maleta, 
de armarios, cajas, puertas, portales, vidas, heridas.
Unos se quedaron, otros se fueron, huyeron, estuvieron solo de paso, me ayudaron en la mudanza, destrozaron paredes, y uno que otro colchón.
No ha habido ningún solo portal en los que he vivido que no haya besado.

Siempre he sido de los que se quedan los últimos para marcharse,
cerrando con llave, para no abrirse más por nuestra parte;
despedirme de mi vida contigo, de mi vida sin ti, 
de mi vida con una mezcla de ambas.

Tengo que confesar algo.
Aún sigo mirando cada portal y cada edificio en los que he vivido;
por si ha cambiado algo, por si sigue siendo el mismo, por si lo han modificado;
por si vive alguien, la intriga por las historias que se estén creando dentro de ellos.

Cada cambio, cada estación, cada despedida, cada relación, cada vivencia, será irrepetible e irrecuperable; 
el entorno donde vivías, esa serie de acontecimientos,
será tu ubicación para el recuerdo.

Un olor, un sabor e incluso una prenda de ropa de cuando viviste allí,
será el activador que te haga volver a esa época de tu vida,
archivarás en tu memoria fotográfica cada rincón por el que hayas desplazado la mano, o el cuerpo.

Puede que fuera feliz, o triste, o una época de cambio,
pero esa época es parte de ti,
de quien eres,
y de quien vas a ser.




Comentarios

Entradas populares de este blog