Se paró el tiempo cuando te dije que me gustabas,
y desde entonces follamos con el punto muerto en el reloj de arena,
con miedo a levantarlo,
con miedo de tener una salida y una llegada,
desaparecer y no vernos jamás.

No quería una vida contigo, ni contigo ni con nadie,
no quiero ser la  mujer de tu vida,
y tu tampoco quieres que lo sea. 

Solo quería una noche y una mañana,
y entre cervezas y café,
confesarnos los miedos, hablar, reír,
algo que hace tiempo que no hacemos,
y muy pocas veces lo hemos hecho.

Solo quería abrazos atemporales, 
quedarnos desnudos, mirándonos, acariciándonos,
que nos descubra la mañana,
y nos perdone el pecado de la noche,
dejándote conmigo un rato más.

Nada de lo que escribo tiene sentido.
Pensaba que tu si lo entenderías.


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