Ojalá pudiera ser un libro que el roce no hace el desgaste,
que el paso del tiempo no cambia el contenido,
viajando entre manos que lo terminan y lo ceden,
hasta que alguien lo encuentre y lo convierta en su favorito.

Pero este no es un siglo de lectores antiguos,
son más bien de lecturas cortas, nuevas y sin estrenar.

Y así nos va.


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