INVIERNO

Desde mi rara perspectiva sobre las cosas, las hojas secas después de la lluvia vuelven a la vida, intentando seguir en la sombra, para que no se vuelvan a secar.

Los pájaros suicidas sobreviven en los cables mojados.

Ya no hay hojas secas, están congeladas, esperando sobre las ramas verdes, esperando al viento para caer y ser destruidas de una vez; no aguantan tanta hermosura en los árboles tan verdes; en las flores, tan llenas de color; y ellas tan rotas, tan absurdas entre la multitud.

Entre ellas una, diminuta; verde, marrón y un poco gris.
Ha sido presa del aglomerado que se usa en las mezclas asfálticas, la lluvia no puede con ella; está sepultada hasta que se rompa la carretera. Es algo por lo que tendrá que acostumbrarse, nunca podrá descubrir la tranquilidad, será pisoteada minuto a minuto por los coches de la ciudad.

Ojalá tuviera fuerzas para arrancarse a sí misma, pero no hay ninguna solución.

Nadie se da cuenta de que está ahí, degradándose, pero dejando una parte de ella como recuerdo en el asfalto.

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VERANO

Hoy, las hojas secas se quedaron en la sombra, no han aguantado el calor, y se han vuelto frágiles.

Ni en la sombra han conseguido sobrevivir, y una ráfaga de viento las ha desplazado hacia el asfalto, junto a la hoja seca atrapada desde hace años.

Pero por poco tiempo. No han sobrevivido ninguna, ni siquiera la hoja atrapada.

Ha desaparecido el último trozo que quedaba;
Ya no queda absolutamente nada.

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OTOÑO

Echo de menos mi hoja seca en el asfalto.
Hoy podría revivir si cayera alguna gota.
Las nubes más blancas son las que traen la peor tormenta.

Pero aún no ha encontrado a otra que se mezcle con ellas.
Habrá que seguir esperando.

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LLUVIA OTOÑAL

La hoja seca del asfalto ha revivido con el agua de los charcos.

INVIERNO

Nadie sabe la historia de la hoja seca sepultada en el asfalto. De dónde provenía.
La hoja sepultada en el asfalto era uno de los restos que quedaba de la niña marioneta de madera.

Cada día que tenía que salir al escenario, no tenía dificultad en interpretar los papeles que le asignaran, puesto que no tenía sentimientos.

O eso creían.
Sus sentimientos se escondían en su pelo, peinados por esqueletos diminutos para matar a los piojos sentimentales.

Sin que ellos se dieran cuenta, guardaba sus lágrimas para que, cuando ya no hiciera falta, se regaría a sí misma, y se convertiría en árbol.

Quería convertirse en hoja para ser libre, y siempre soñaba con el viento, que la arrastrara a destinos desconocidos, a ramas desconocidas.

Consiguió ser la hoja otoñal, pero ya sabéis lo que vino después…


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PRIMAVERA

La niña marioneta nacida de un árbol inerte, consiguió sentir gracias al crecimiento de su pelo. No se rindió, quiso ser hoja otoñal, y lo consiguió.

A causa del mal tiempo y mala suerte quedó atrapada en el asfalto, agrietándose, pero finalmente consiguió sobrevivir por el agua de los charcos.

Viajó a ramas desconocidas, pero había un lugar al que siempre ha querido posarse, en el lugar donde nació.
La hoja seca se ha rejuvenecido con el agua del mar, convirtiéndose en árbol de primavera, esperando a que el tiempo le brote flores en las ramas.


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