Día gris blanquecino.
No es gris del todo, pero no tiene nubes.
Las nubes han decidido desplazarse hasta el mar, 
cargarse de munición para la guerra tormentosa.

En su ausencia, deja una pequeña niebla que calan los huesos,
que nos congela con el frío y el viento, 
sería una buena excusa para que volvieras.

Pero las vías del tren están inacabadas,
los sillones de los vagones rotos,
y con el paso del tiempo el tren se ha oxidado.

No se si querrás venir andando,
solo puedo decirte que tengo frío,
estaré hibernando con la leve esperanza de que suene el timbre,
y seas tu el que esté delante de la puerta,
que cuando llegues será cuando comience la tormenta.
Buena tormenta.

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