La triste historia de la niña de los ojos tristes.

Ya no hay vida en la niña de los ojos raros y tristes. Tuvo que despertar de su sueño infantil con siete años, tuvo que salvar la vida de su madre. Y a partir de ahí ser la persona adulta de su familia.

Cambió las muñecas, los juegos, por cuidar a su hermana pequeña. Lo único que le quedaba era una tienda de campaña rosa en una de las habitaciones donde guardaba todos sus libros, sus películas de disney favoritas para que no se rompieran, y de vez en cuando le robaba maquillaje a su madre, para hacer experimentos y mezclas. Picaba los polvos y las sombras de ojos y lo mezclaba con pintura del colegio, acetona, y más productos, lo que iba encontrando. Quería hacer algo que nadie consiguiera, que nadie supiera hacer; y cuando podía se escondía en su tienda donde no podía entrar nadie, solo ella. Ojalá recordara todo lo que tenía ahí dentro; pero no se puede recordar todo con exactitud.

Y un día tuvieron que cambiar de casa. Rompieron el único lugar donde podía ser una niña, destruyeron y tiraron todo lo que tenía guardado delante de ella. Desde entonces odia el color rosa.

Lo único que pudo conservar fue su película favorita de Disney “la bella y la bestia”. Le encantaba porque a bella le encantaba los libros, y de mayor quería ser como ella. Lo importante era lo que había en el interior, algo que ha mantenido siempre y es lo que quiere descubrir en los demás.

Pasaron los años, y la niña de ojos tristes perdió a la persona imprescindible para ella. Aún recuerda momentos exactos con él. Decidió que no se iba a ir de su vida; y cada día hablaba con la pared con él, le pedía consejo, le contaba lo que hacía en el colegio, le enseñaba sus dibujos, todo lo que escribía, historias del colegio. Cuando había problemas lloraba desconsoladamente por impotencia de no hacer nada, lloraba sentada en el suelo, con las manos apoyadas en la cama, pensando continuamente que no merecía vivir, que quería morirse. Pensaba que al morirse podía volver a nacer, pero con los años se dio cuenta de que solo hay una vida, y decidió vivirla hasta que se le acabara el tiempo.

La niña, que ya no era una niña, conoció el amor a los once años. Un chico mayor que ella. Y siempre se imaginaba una relación con alguien como si fuera un cuento de hadas: le daría el primer beso en la playa, andando de la mano, corriendo como niños. Imaginaba demasiado. Pero no era correspondido. Y conoció en edad temprana el desamor.

Siguió creciendo físicamente, y su físico fue empeorando con los años. Antes era una niña triste pero bonita, y ahora se veía una adolescente con miles de defectos que nadie toleraría. Siempre soñaba con tener a alguien al lado, como tenían sus amigas; pero sabía que el amor no estaba hecho para ella. ¿Quién iba a querer a una delgaducha con los dientes torcidos?

Pero tenía que ser fuerte, para que no la hundieran aún más en la fosa donde vivía. Tenía que estar a cargo de dos personas que no se podían defender por sí solas, y crear treguas entre sus padres para que las otras dos personas no sufrieran ni vivieran lo que ella vivió de pequeña. Fueron miles de momentos traumáticos con los que ella vivirá toda su vida, y por muchos psicólogos y psiquiatras a los que vaya, ella no tiene la capacidad de olvidar, al contrario; recuerda cada detalle del escenario, los movimientos de cada persona, como si hubiera sido ayer. Tiene gran capacidad para recordar rostros y situaciones que han dejado huella en su vida, incluso las que no han dejado.

El abandono de su padre hizo que se creara en ella el sentimiento del odio. Nunca había odiado a nadie; el odio no fue por razones de ella, sino por comentarios y heridas hacia las personas que quería. Prefiero no comentar las palabras ni los actos.

Consiguió, no sabe como, llegar a la universidad, a base de esfuerzo y fuerza de voluntad. Pensaba que podía cambiar de vida, pero sus defectos salían otra vez a la luz. Se sentía rara y mal porque se había separado de las dos personas que estaban a su cargo. Ya no podría defenderlas ni evitar que vivieran malos momentos, pero tenía que hacer algo para en un futuro darles una buena vida hasta que se hicieran mayores.

Descubrió el amor universitario, el que se vive durante la universidad. Y fueron cayendo uno tras otro, abriendo una enorme grieta en su corazón inacabado. Tiene una lista de diferentes hombres que ha conocido: desde militares, policías, médicos, psiquiatras, hasta poetas, músicos, guitarristas, bohemios, informáticos, porreros, drogadictos. Pensaba que los hombres con mas edad tendrían mayor madurez, por eso nunca se fijaba en los chicos de su edad. Ninguno normal. Y todos huyendo de ella.

Desde entonces, se creó su gran coraza de metal intranspirable. Le diagnosticaron intolerancia a los sentimientos, intolerancia al amor.

Y desde entonces quiere llenar su hueco propio, o acostumbrarse a que esté vacío.
Pero llegan momentos en los que piensa que no ha cambiado desde que tenía siete años. Se quedó estancada en el cambio de la mentalidad adulta, sigue siendo la responsable de las decisiones de los demás. Esta siempre en una continua lucha para salvar la vidas ajenas. Y no puede salvar la suya.



No hay nadie que la salve de la muerte.

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