Me vais a volver loca,
me he dado cuenta de que los días en los que estoy sin fuerzas es cuando más escribo,
que no importa la fiebre, ni los escalofríos,
se que son los pasos hacia la muerte.

Vamos a cosernos la espalda, desnudos,
vamos a empezar a correr cada uno por su lado,
destrozarnos la piel de una puta vez,
como pocas veces lo hicimos en el colchón.
Ninguno de los dos nos dejamos querer,
yo no soy de darlo todo a la primera,
me gusta esconder,
y tu tienes poca paciencia.

Tu no lo sabes,
pero siento vacío cuando te marchas,
y me dejas la cama vacía,
las sábanas mojadas del agua de las acuarelas de tu cuerpo,
el aroma que desprendes cada vez que te toco
y se adentran hasta mis huesos.

Siento vacío cuando te despides con medio abrazo en vez de un abrazo entero,
cuando ni siquiera me miras a los ojos cuando te despides.

Tienes miedo, de mí,
de quedarte una noche a dormir,
porque piensas que por la mañana te despertaré con un desayuno en la cama y una vida entera juntos,
y no es así.

Quise convertirte en poesía, pero es muy difícil describirte,
porque cada verso puede hacerme perder el control otra vez,
volver a sentir,
y ya estoy cansada de mirar de reojo y sonreír,
de no poder abrazarte en medio de la calle,
de mirarte, solo mirarte, sin nada que decir.

No me hagas esto, por favor;
arrancame tus huellas dactilares, tus recuerdos,
la visión que tengo de ti.
Ayúdame a olvidarte, a seguir,
como si nunca nos hubiéramos conocido,
como si nunca hubiéramos compartido nada.

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