Nadie sabe la historia de la hoja seca sepultada en el asfalto. De donde provenía.
La hoja seca del asfalto era uno de los restos que quedaba de la niña-marioneta de madera.
Cada día tenía que salir al escenario, no tenía dificultad en interpretar los papeles que le asignaran, puesto que no tenía sentimientos.
O eso creían. Sus sentimientos se escondían en su pelo, peinados por esqueletos diminutos para matar a los piojos sentimentales.
Sin que ellos se dieran cuenta, guardaba sus lágrimas para cuando ya no hiciera falta, regarse a sí misma, y convertirse en árbol.
Quería convertirse en hoja para ser libre, y siempre soñaba con el viento, que la arrastrara a destinos desconocidos, a ramas desconocidas.
Consiguió ser la hoja otoñal, pero no tuvo suerte.
Ya sabéis lo que vino después.
La hoja seca del asfalto era uno de los restos que quedaba de la niña-marioneta de madera.
Cada día tenía que salir al escenario, no tenía dificultad en interpretar los papeles que le asignaran, puesto que no tenía sentimientos.
O eso creían. Sus sentimientos se escondían en su pelo, peinados por esqueletos diminutos para matar a los piojos sentimentales.
Sin que ellos se dieran cuenta, guardaba sus lágrimas para cuando ya no hiciera falta, regarse a sí misma, y convertirse en árbol.
Quería convertirse en hoja para ser libre, y siempre soñaba con el viento, que la arrastrara a destinos desconocidos, a ramas desconocidas.
Consiguió ser la hoja otoñal, pero no tuvo suerte.
Ya sabéis lo que vino después.
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