Y pensar que era diferente a las demás por mis innumerables rarezas, y darme cuenta de que no son tan raras, que son más comunes de lo que imaginaba, de que nunca podré disfrutar de algo que sea solo mío, porque también hay gente que contempla las aves, las nubes, el cielo como lo hago yo; al igual que los pequeños detalles; por una parte me alegro de que vean los pequeños detalles de la naturaleza, pero cada vez siento que nada me pertenece.

Cada vez me voy adentrando en el mundo del montón. Esta ave solitaria no está sola en la especie, hay muchas más, incluso mejores que yo.

Vine sin nada y me iré sin más.


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