Siempre que llego a la estación de autobús intento evitar el banco de septiembre, odio ese banco, el andén 23, el autobús rojo, verde y blanco, las pegatinas identificadoras de la maleta, con origen y destino.

No odio las despedidas, porque ni siquiera me esperaste, ni tampoco los recibimientos, porque no viniste a buscarme.

Ojalá te vaya bien... pero muy lejos.

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