Hoy he pasado por aquel banco. El banco de la última despedida. De la última vez que te vi, 
el banco donde pusimos fin.

Solo fui los pedales laterales de la bicicleta de tu vida, esperando a que estuvieras preparado para seguir sin ellos. Solo era un apoyo con el que sostenerte, no una de las ruedas principales. Porque no podía ser la protagonista de tu viaje, tenías que ser tu mismo.

Me he sentado en el banco, mirando el horizonte, pensando: lo siento.


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