Una noche entre rock, cerveza, cigarros aliñados y personas desconocidas, salió una conversación interior; y hubo palabras que hicieron replantearme la manera de ver las cosas.

No puedes ser la salvadora de todo el mundo, no puedes cargarte la mochila maldita de los demás e intentar solucionar sus problemas. No hay que sentirse culpable de no poder arreglar la vida de los demás, todos somos imprescindibles, y todos quieren ser salvadores, pero realmente es la misma persona la que tiene que caer de pie en el pozo, y volver a salir, encontrar armonía y buenas sensaciones con las personas de su alrededor, e intentar evitar a los que te perjudican. Tengo ciertas lagunas sobre la conversación, pero lo que entendí es que hay que sentirse bien porque en algún momento has hecho feliz a esa persona, pero no puedes culparte por no haberle podido dar la felicidad infinita, porque no existe.

Cada uno es portador de un diferente y pequeño detalle que le servirá a otro en un tiempo indeterminado.
Y ya está.


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