Y la luna ha desaparecido ya. Miro por la ventana y veo un nuevo amanecer, sin darme cuenta, sin notar la transición del tiempo, con los ojos brillosos, el alma despejada. Las horas nocturnas se esfuman tan rápido como una estrella fugaz. Los días me prohíben soñar. 

Los amaneceres no son para solitarias como yo. 

Comentarios

Entradas populares de este blog