Y yo,
que siempre he intentado ser simple cuando habéis entrado,
dejando a vuestro antojo todo vicio,
todo dulce y amargo.

Que sólo quería un poco de atención variado y alternativo,

un apoyo donde pararme cuando me canso del cojeo.

Unas risas en pleno llanto,

cosquillas, 
besos entre todo ello,
relajar mi espalda con tus manos y mi alma con tu cuerpo.

De mis desórdenes inestables y desastres naturales ya me cargo y me descargo yo misma.

Pero aún no he encontrado a nadie que me haga los días cortos y las sonrisas prolongadas,
mirarme al espejo y verme desde el reflejo de sus ojos.

Siempre he querido saber eso que dicen de ser querido,

pero alguien que cierra la puerta constantemente por demasiados derribos,
ha perdido la esperanza de tenerse seguro y fijo.

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