La vida es una aguja desafilada moviéndose en torno a mi globo, que poco a poco va perdiendo la ingravidez de la felicidad.
Me muevo bajo amenaza de que un día vaya a explotar.
Y paro.
Paro en medio de este agobio que me enrojece el rostro y arde,
este agobio que entrecorta suspiros
este agobio que inunda mis ojos
este agobio que bloquea y paraliza
que llora y no termina
que grita en un vaso lleno de vacío entre el borde y mi boca,
que oscurece y engarrota,
este agobio en el cuerpo que no me deja controlar lo que está sucediendo.
Y paro.
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