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Mostrando entradas de octubre, 2016
El recuerdo de la concordancia entre nuestras dos almas y el sentimiento que se está creando dentro me hace más corto el día, más largas las noches y más grande el amor que siento. Tiene un corazón que no le cabe en el pecho, dañado, casi deshecho, pero despiezaré el mío para que bombeemos al unísono lo que estamos descubriendo, para que vuelva a latir de nuevo. Un amor correspondido y sano, lo que siempre he buscado y nunca había encontrado. Ahora sí.
Cuando se complementan las piezas de dos puzzles dañados,  uniendo cuidadosamente con cariño, aprecio y respeto,  viviendo el tiempo sin prisas ni adelantamientos,  crea una imagen que no es perfecta pero tiene amor y vida. Porque el arte no es las palabras ni las líneas ni las formas que se crean, es el sentimiento que se crea cuando se hace, se lee, se mira. Mis palabras y su tinta hacen que esta historia sea bonita,  una de las que no se olvidan,  de las que creía extintas. 
Aún no había descubierto el color de sus ojos  y quería adentrarme en ellos hasta llegar a su pecho, concordar nuestro pulso para bombear juntos y seguir mirándole cuando no me mira, esquivar el contacto visual que intimida y activa la risa, querernos con tacto y darle sentido a los otros.  ¿Cómo iba a saber el color de los míos  si cuando le miraba se me dilataban las pupilas?
Su sonrisa iluminaba más esa noche que la lámpara que nos iluminaba,  encendiendo las risas,  acelerando el tiempo,  comiéndonos las ganas de comernos. Hacía tiempo que no había visto al completo el firmamento. El mundo estaba abajo,  nosotros ya no estábamos dentro,  eramos la estrella nueva que mantiene los deseos de las ya muertas. Ésta vez,  quiero formar una constelación contigo y dejar a las fugaces pasar. Ésta vez, me has cumplido.