Y mientras todos duermen,
ahí sigue la luna,
firme,
aguantando la
compostura,
aunque de cerca esté
agrietada y hundida,
todas las noches tiene
que entrar en su papel de blancura,
musa inocente y pura,
para inspirar a los
nocturnos en sus historias románticas,
y darles una pequeña
tregua a los suicidas de los días de verano.
Se aleja para que nadie la toque,
para que nadie deje
huella en sus hoyos profundos,
que se hundirán aún más,
no quiere que le acaricie
la brisa para no desgastarla.
Luna,
aunque te miren,
te escriban,
sigues estando sola,
pero eres tan inocente
que sigues manteniendo la firmeza solo para que los demás no se derrumben.
Menos mal que dentro de poco saldrá el sol,
y podrás dejar tu otro
lado al descubierto para que el expuesto esta noche llore.
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