Había perdido las palabras
los sentidos
el movimiento voluntario
la fuerza.

El bombeo del corazón gritaba en código morse que no te marcharas
que me hundiría en la tierra para que no tropezaras conmigo en tu camino
y siguieras como las cosas que no tienen mucho sentido
como el amor
la ilusión
el destino.

La sangre en mis venas escribían en braille que el tiempo vital llegaba a su fin,
que se marchaba el alma más allá del comienzo de un universo que desconocemos,
y quería despedirse de ti.

Quería dejar marcado en la deformación de mi cuerpo
la silueta del sentimiento que se había quedado dentro.

El metrónomo marcó la cuenta atrás
el péndulo se acercaba a su pecho
y el cuerpo se acercaba más al pozo 
en el que se adentraría y no saldría jamás.

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