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Mostrando entradas de agosto, 2015
Y cuando debo irme, vas y te me apareces. Y cuando apareces, también debes irte. Esta vez era yo quien se iba primero, llegando a la estación en el último segundo de la cuenta atrás de la partida, sin tener tiempo de mirar atrás mientras subía al autobús, con un efímero beso, tan fugaz que no recuerdo. No me dio tiempo a decirte que te echaría de menos. Mis impulsos nerviosos ganaron a la consciencia, y me dejé llevar. Estaba tan acostumbrada al contacto físico sin alteración emocional, que cuando llegaste, mis válvulas volvieron a reactivarse. Estaba tan acostumbrada a que no me dieran cariño, que me parecía irreal y falso lo que estaba viviendo contigo, ¿habría llegado mi momento? Recuerdo tu cuerpo en mi espalda, tu barbilla apoyada en mi hombro derecho, tus labios queriendo acercarse a los míos, con la mirada fija en las imágenes de mi playa favorita. No fue amor, pero tanto lo pareció, que mi control se salió de la órbita de la estabilidad, y volvió al des
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La sirena que cortó su cola y su melena volvió al mar, a encontrar las ganas de bucear en el mar de dudas, buscando la caracola que guardaba el eco de la certeza, y superar el miedo al agua desde que constantemente se le llenaba de mar su lagrimal. Ya no llora, solo debajo del agua, provocando olas con recuerdos que quieren agarrarse a la tierra, pero la marea no les deja. Ella sigue siendo ola, que no sabes si va,  o viene, o vuelve, solo se sabe que no se queda.
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Me estoy acostumbrando a jugar con hielo, a deshacerlo con los dedos como los recuerdos de aquellas personas que en un tiempo indeterminado pero breve, tocaron mi vida. Tengo el tacto tan sensible que solo con un roce de sus manos en mi cuerpo, me hacían sentir. Sentía las ondas de sus huellas dactilares en mi piel, y me erizaba cuando encontraban mis puntos débiles de imprevisto, sin estar concentrada, todo era un sinsentido flotando en el inconsciente tiempo y me relajaba. Ahora que el calor bochorna, empapa, me he llenado las heridas de hielo para aliviarlas. Estoy jugando con hielo, y aunque me congele, es inevitable seguir sintiendo, pero en solitario.
No, no sé que hacer. Me da miedo verme con luz, con flores en mi cuerpo, con colores que no sean el negro. Me veo con más volumen, más encogida en algo que me viene grande. Las responsabilidades estan hechas para las mentes valientes, y la mía sigue siendo una cobarde que no sabe decir no cuando tiene una mala oferta delante. Doy oportunidades que no me convienen, nunca pido, siempre exijo pero el deseo acaba cedido, doy más de lo que prometo, y siempre me prometo que no volveré a aquello que una vez perdí, que perderé, y por conformidad acabo volviendo. Yo se lo que me digo. Esto de querer empezar a ser independiente me está viniendo demasiado grande; me faltan motivos positivos para agrandarme y no tengo ninguna meta que me ayude a seguir hacia delante. La salud me esta afectando seriamente, ya no escribo como antes, los días están introvertiendome. Ser feliz, no sé como se hace, pero si no lo sé  algo habrá que inventarse.
Abrazaba con los brazos abiertos y los puños cerrados, dos segundos, y se separaba del cuerpo, para que no le afectaran los sentimientos. El fracaso de sus relaciones amorosas le habían provocado encongimiento de la esperanza y del cariño, le tenía manía al amor y decidió olvidarlo, dándose una oportunidad a sí misma, dejando a su vida vivir, que recorriera el tiempo.  Pero vivir tiene un límite, la muerte; y no tener un motivo que la distrayera le hacía pensar más en ella. El tiempo se acababa, activó la memoria desde su principio y se dio cuenta de que no hizo nada, tuvo que ser responsable desde edad temprana, no había tenido infancia; y entre tanta gente siempre se había sentido un poco sola. Lo daba todo a cambio de nada, y esa nada la marginó a un mundo de inseguridades, de malas personas describiendo sus defectos día tras noche, recordándoselos a lo largo de los años con desapariciones. Podría haber sido grande, pero con cada ilusión que con el tiempo se desgastó, se desgastaba
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Todo habría sido más fácil si desde el principio me hubieras dicho que ya tenías a tu musa, que ya tenías inspiradora fija y nunca necesitarías inspiración mía;  me habría ahorrado ilusiones perdidas,  sentimientos clavados entre costilla y ventrículos;  poemas dirigidos a ningun sitio, cayendo en el precipicio del agujero negro de amores perdidos. Todo habría sido más fácil si desde el principio me hubieras dicho que llegué en el momento equivocado antes de que se hiciera tarde,  me habría ahorrado esperanzas vanas y espera que no mereció la pena. Todo habría sido más fácil si no me hubieras besado al final de la primera noche. Te podría haber hecho el transcurso de la vida más fácil si te hubieras quedado. Pero todo es dificil, el tiempo es complicado, no nos conocimos tanto, no tuve el derecho de querer, ni siquiera de intentarlo.
Nos conocimos un día de esos en los que todo sale bien, en el que no hay nada planeado, en el que solo necesitabamos palabras llenas de experiencias, bromas, intereses comunes y descomunes. Era perfecto. Chico perfecto, en el momento perfecto, en la distancia perfecta, ni tan lejos ni tan cerca. Si, era uno de esos días en los que todo saldría bien. Cervezas, comida, risas, aceite de las patatas en los dedos que nos limpiaríamos disimuladamente entre la ropa de una tienda; cosquillas, más risas, y mirada cómplice, transparente, solo con el interés de querer conocerme. No habíamos llegado a mi casa y ya estaba planeando la próxima quedada; después de mucho tiempo había alguien que quería volverme a ver sin interés sexual.  Todo salió bien. Quise compartir una parte de mí con él, y le llevé a un recital de poesía. No todo salió bien. En el siguiente encuentro todo cambió. Odiaba la poesía, la cerveza, los bares. Prefería los vídeojuegos, los vídeos sobre ellos. Su mundo era eso, y no ha
Podría haber sido yo. La razón de la alteración de tu sonrisa, la causante de tus idas y venidas, tu locura, tu compañera temporal de la vida. Podría haber sido yo, la acompañante de tus huidas, la complementaria a tus lunares, tu pensamiento sexual, tu alteración de la piel y de los órganos vitales, tus ganas de vivir la simpleza dentro de nuestra complejidad. Podría haber sido yo la que se quedara a tu lado. Pero no lo fui porque siempre soy el momento equivocado.