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Mostrando entradas de abril, 2015
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Había una vez un hombre en mi vida que me quiso, que me quiso tanto que se apropió de mi vida, me tenía encerrada entre la posesión y los celos, los reproches, la sumisión siempre a su disposición. Había una vez un hombre en mi vida del que me enamoré y no se porqué quizás porque tuve demasiados capullos en mi abono que crecieron hasta fortalecer sus raíces para salir corriendo pero éste se quedó, absorviendo mis vitaminas amorosas y emocionales convirtiéndome en simples heces que le daban buena suerte. Había una vez un hombre en mi vida que no tenía nada por eso quise darle una vida mejor y le dí la mía, imperfecta pero viva. Había una vez un hombre en mi vida al que anulé mi ser para traspasarlo al suyo como las cuentas sin contraseña  del que casi todo el mundo se aprovecha. Había una vez alguien que quería quedarse, pero ya no.
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Me metí en la boca del lobo y me besó. me tapó la boca para que no hiciera preguntas, me mordía la espalda para saborearme mejor olfateaba mi cuello para olerme mejor miraba mis pechos para recordarlos mejor tocaba mi cuerpo para memorizarme mejor Y entró en mi de frente, de lado de espalda, de pie, tumbados, y yo nada podía decir. Me vendó los ojos para sentirle mejor me apretó muy fuerte para aumentar la excitación me movía tan rápido que me llenaba de sudor. Y en el líbido instante en el que mordió mi espalda, me empapó las piernas, me ató las manos con cuerdas, cerró mis labios con su boca, y apretó mi carne tan fuerte con su mandíbula que aún tengo la espalda en carne viva mi alma sudando y mis piernas al filo de sus manos. Me metí en la boca del lobo, y me comió de un orgasmo.
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Suelta mi ancla y vete rema muy lejos donde no pueda verte donde no me arrepienta y nunca vuelvas. Deja que me hunda que ya no sienta que ya no sufra. A tantos he demostrado mis sentimientos, y ninguno se ha quedado a mi lado. Todos fuera. Me basto a mí misma para hundirme y dejarme flotar, aunque el peso de la frustración a veces me lo impida.
Quien no te quiere la primera vez no te va a querer en la siguiente aunque seguro que no habrá segunda vez si abres la mente y las piernas y les dejas abiertas todas las puertas por si se despista y se acuerda que sigue el litro de cerveza en mi nevera. Intento que vuelva, pero se va como todo, y al cabo del tiempo vuelve como nada. De la nada aparece en mi puerta, que tiene ganas de mí, y yo como siempre diciendo que sí. Después de romperme del todo se marchó dejándome la puerta del armario descolgada y mi ventrículo derecho para que no bombeara al unísono con el suyo. Mi otro ventrículo insistía en que se fuera como todo, porque no estaba acostumbrado a tanto alboroto de las emociones escondidas que habían sobrevivido a cada amor fallido y le ahogaban; y por no intentarlo todo, ya somos nada. La gente que me ve callada me pregunta qué me pasa, y les digo que nada ¡nada! que ya no te veo que ya no te siento en mi dentro que ya no acaricio tu cuerpo que
Nadie sabe de lo que soy capaz ni me dan la oportunidad de hacerlo. Que hago el amor más allá del sexo, que soy fría por fuera y por dentro pero puedo derretirme con tus manos y tus besos, efímeros roces, efímero sexo que no cambia, ni aumenta, ni transforma, solo altera. Soy capaz de algo más que el roce, pero me desgasta, nos desgasta, si no lo mezclamos con sentimientos. El gusto es solo un sentido que percibimos con los ojos, las ganas con las manos, y la desilusión con todos. Se me desgastaron los sentidos  en cada intento de amar y no ser correspondido. No creo en el amor porque ya no tengo ningún motivo.