Me estoy acostumbrando a jugar con hielo,
a deshacerlo con los dedos como los recuerdos de aquellas personas que en un tiempo indeterminado pero breve, tocaron mi vida.

Tengo el tacto tan sensible que solo con un roce de sus manos en mi cuerpo, me hacían sentir.

Sentía las ondas de sus huellas dactilares en mi piel,
y me erizaba cuando encontraban mis puntos débiles de imprevisto, sin estar concentrada, todo era un sinsentido flotando en el inconsciente tiempo y me relajaba.

Ahora que el calor bochorna, empapa,
me he llenado las heridas de hielo para aliviarlas.

Estoy jugando con hielo,
y aunque me congele,
es inevitable seguir sintiendo,

pero en solitario.

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