Me metí en la boca del lobo
y me besó.

me tapó la boca para que no hiciera preguntas,

me mordía la espalda para saborearme mejor
olfateaba mi cuello para olerme mejor
miraba mis pechos para recordarlos mejor
tocaba mi cuerpo para memorizarme mejor

Y entró en mi

de frente, de lado de espalda,
de pie, tumbados,
y yo nada podía decir.

Me vendó los ojos para sentirle mejor

me apretó muy fuerte para aumentar la excitación
me movía tan rápido que me llenaba de sudor.

Y en el líbido instante en el que mordió mi espalda,

me empapó las piernas,
me ató las manos con cuerdas,
cerró mis labios con su boca,
y apretó mi carne tan fuerte con su mandíbula
que aún tengo la espalda en carne viva
mi alma sudando
y mis piernas al filo de sus manos.

Me metí en la boca del lobo,

y me comió de un orgasmo.

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