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Mostrando entradas de abril, 2014
Y ella siguió llevando flores a su cementerio interior, tan profundo, que se marchitaban las flores a mitad del camino. Aun así, las dejó en cada tumba de los sentimientos muertos, por si la primavera hacía efecto y las hacía volver a florecer.
Mi problema  fue dar exclusividad a alguien que no está acostumbrado a serlo. Siempre ha sido el manoseado en el mercado sexual, una mala oferta para los coleccionistas anatómicos.
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Será que mis ventrículos no están acostumbrados a tanto alboroto de las emociones escondidas en mi agujero negro, será que mis venas han desangrado tanto que se han quedado en los huesos, será que el corazón sólo me palpita cuando hay alguien a mi lado, será que de no usar el amor, no sé cómo hacerlo, será que me queda poco tiempo para provocar un big bang ventricular. Será miedo, o será que me voy dando cuenta de que puede haber vida más allá de este agujero negro. ¿Estará ahí la verdadera felicidad?
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Hoy por ti y mañana por ti y pasado y toda la semana y todo el mes y todo el año y toda mi vida Y cuando me canse y desaparezca, entonces dirás que todo por mí. ¿Siempre por ti y ahora por mí? Una mierda.
"Desde hace tiempo se me están olvidando ciertos detalles; se está difuminando, y empiezo a olvidarle. Y es como si lo volviera a perder. A veces, me obligo a recordar perfectamente todos los detalles" A.D.A. Aún recuerdo la forma y el tacto de tu cara, la forma de tus orejas, tu robusto cuerpo; aún recuerdo tus manos y tus brazos cuando me abrazabas, cuando me cogías en peso, cuando me agarrabas de la mano, cuando me quedaba durmiendo en tu pecho, cuando aún tenías pelo. Aún recuerdo cuando llegabas cada mediodía a comer, te sentabas a mi lado sin decir nada, abrías tu chaqueta y me traías un regalo; un perro pequeño, un peluche de Alemania, Francia, Inglaterra, ciudades de España. Aún recuerdo esas visitas al bar, al camión, nuestros encuentros viendo películas del oeste. Aún recuerdo ese dolor de cabeza que hizo que te fueras alejando de mí, sin poder hacer nada; cuando volviste a casa, te sentaste a mi lado en el salón, co
Sé como te sientes. Sé lo que es perder la razón de tu vida como si hubiera muerto. Sé lo que es esforzarse por cambiar para que volviera, y nunca ha aparecido por la puerta. Sé lo que es que te digan que no están enamorados, que ya no sienten la pasión, que no quieren seguir. Sé como te sientes, por eso sigo intentando estar a tu lado para demostrarte que sigo aquí, que no me he ido, aunque mis sentimientos hacia ti sí. Y creo que esto no te está haciendo ningún bien. Pero no quiero dejarte solo, a ti no, aunque no me lo dieras todo, aunque me desilusionara con el paso de los días, aunque me ahogara y me agobiara, aunque me quedara sin vida propia, aunque dejara de quererte, nunca te dejaré solo. Estoy presente en la ausencia que te visita día a día, yo no quería, ni quiero; quiero que te olvides de mí, que tengas cojones de pisar el pasado y comerte el porvenir y todos los menús de la carta de la felicidad, te lo mereces. Te lo mereces todo menos a mí, te l
Lanzaremos la moneda al aire, a clavo o aguja. Si sale aguja, me dejarás a mí. Me gusta coser almas desgastadas con mis venas tan final por las que ya no pasa la sangre; intenté recomponerte con todo lo que me sobraba, para que pudieras notar la sensibilidad de la mujer, hacerlas polvo resistente al viento. No te enseñaré a coser, eres más de desenhebrar que arreglar la ropa que has arrancado, no estás preparado para coser las heridas de nadie. Si sale clavo, te dejaré a ti. Siempre te ha gustado clavarlos en corazones para que se queden inmóviles entre las costillas, para que no puedan latir al unísono con el tuyo, tan negro, tan cuervo. Apretarás bien el clavo para que, cuando huyas, no puedan ir detrás de ti. También te advierto que en el mío lo clavaras en hueso, carezco ya de nervios. ¿Lanzamos ya?
Hace tiempo que llevo roto el saco de los sueños, las pesadillas se pegan como lapas a las paredes, y las ilusiones, desaparecen. Hace tiempo que no tengo uno de esos sueños profundos en los que desconecta el cuerpo, y mi alma aprovecha para escapar y tocar las estrellas. Cuando lo hacía, me quemaban tanto que al despertar siempre me dolía una parte del cuerpo, me ardía por dentro. Hace tiempo que dejé de imaginar mi vida junto a alguien, sólo eran ideas ilusorias que hacían perfecto a la persona que dormía a mi lado, y al despertar éramos totalmente diferentes a cómo nos imaginábamos, de ahí la decepción. Ahora duermo con un ojo abierto, para despertar a tiempo de las continuas pesadillas en las que intentan matarme de innumerables maneras, para despertarme cuando caigo por el precipicio, cuando me lanzo desde la catedral, cuando me empujan al pozo, cuando me meten una pistola en la boca y van a disparar, cuando un espectro me persigue, cuando una serpiente se ad
Dejé de creerte cuando me dijiste que discrepabas acerca de que nadie me buscaba. No soy de las que se le acercan los chicos, ni de las que agradan la vista, ni muchos menos las de volver a verla. Dejé de creerme cuando te dije que no sabía si era bueno o malo que me gustaras, porque sabía que siempre era malo, antes era de las que hacían de una noche un poemario, de las que se quedaban al día siguiente a comer, a merendar, a cenar, de las que se quedaba porque tenía miedo a estar sola. Antes. Ahora sigo teniendo miedo, pero sólo escribo para clasificar los momentos según la intensidad de la emoción, y guardarlos bajo llave, para que dejen de sangrarme. Ahora soy de las que no se quedan ni por la mañana ni por la noche, las que directamente te ahorran la despedida y evitan el hola con orden de respuesta. De las que ya no miran a nadie. La chica solitaria.
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La mayoría de las personas están obsesionadas con la luz, todo luz, y más luz. Y no se dan cuenta de que los mejores momentos suceden en la oscuridad. La luz de la mirada es bonita, pero en una mirada oscura se ve más claro el reflejo del otro. La luz del sol da vida, vale, ¿y la luz de la noche? la hoguera que formamos en la habitación, quitándole la luz a las farolas antes. En la oscuridad podemos ver más claras las estrellas que se esconden cuando el sol es el protagonista, interpretando ellas el papel secundario, y el de coro en la obra nocturna de la luna. En la oscuridad de mis letras hago que salgan a la luz, para que hagan contraste con los prototipos lumínicos, para que no se reflejen como las letras de la multitud. en la oscuridad no vi a nadie, y le di importancia a la única compañía que tenía: yo misma.
Aunque diera mi brazo a retorcer, aunque nos comiéramos las estrellas mientras follábamos, aunque sacaras mi corazón de la basura, llegaste cuando llovían pianos; normal que no te quedaras.
Últimamente le está picando la avispa a más de un capullo floral, que quiere plantarse en algún sitio.  La primavera los altera y los hace salir de la tierra. Pero por favor,  que no me pisen las ramas que llevo raíces aún demasiado débiles, que no se han mojado lo suficiente para reactivarse. Me canso de recordar rostros y recuerdos insignificantes que sólo yo recuerdo. Y luego aparecen con un "hola" con orden de respuesta; y yo, tan imbécil,  sin tener el valor de bloquear, soy educada y contesto. Me dices que dejas el norte, que vuelves al sur a tu cama que te recuerda a mí. Si, fue el momento de tener el valor de mandarte a la mierda. No quiero sherifs de mucha pistola y poca valentía, psiquiatras que hunden más que salvan, no quiero ver volver a nadie que no quiso crecer, sentir, querer. Que no era tan complicado, no era la mano lo único que podías agarrar, pero hay demasiados cobardes (aquí también una servidora) que prefieren desaparecer
Esta noche he salido a entremezclarme entre las hormonas revolucionarias activadas recientemente, risas frescas que irritan los oídos, parejas en todas las esquinas y en todos los portales, la primavera está dando efecto. Pero para mí ahora llega tarde, mi primavera comenzó en un noviembre otoñal, mudando las hojas antes de tiempo; mi vida es un descontrol estacional. Esta noche he tenido un lapsus emocional. Has trazado una línea paralela y a la vez perpendicular cuando iba de camino al bar. Te he mirado demasiado tarde, tú me habías visto antes, y has trazado la línea perpendicular dándome la espalda, con una leve sonrisa. Me has reconocido, y yo, como siempre, mirando después por tener la manía de mirar hacia el suelo. Y he recordado antaño, aún recuerdo cuando la máquina de café de la biblioteca no tenía cucharillas, y sólo se me ocurrió moverlo con un boli, estaba demasiado amargo. Éramos desconocidos que se estaban conociendo, pero de diferente forma;
Llamas. Llegas. Comienza la batalla. Nos miramos, parados, en la habitación. Tu señalas, yo callo, tu hablas, yo te miro, tu alzas la voz, yo susurro, tu gritas, yo controlo, tu reprochas, yo aprieto las manos, tu golpeas la silla, yo me ennervio, tu vuelvas a gritar, yo golpeo la pared, tu me mandas a la mierda, yo me marcho... Portazo.
Sabía que iba a sufrir desde que tuve uso de razón, sabía que había nacido ya con la desesperanza y la desilusión debajo del brazo, por eso supe levantarlo a tiempo, a veces quizás demasiado tarde. Sabía que me abandonarían desde que fui perdiendo a las personas que quería desde mi infancia, por eso siempre dejo ir a quién no quiere quedarse. Sabía que iba a morir desde el momento en que nací, por eso no voy a morir por nadie, ni tampoco vivir, compartir ya es otra historia.
Le he dicho a mi cama que calle, que no diga nada, que aguante, que ya tiré las sábanas que ardieron más de una vez, que acabaron rotas y desgastadas. Le he dicho que con el buen tiempo, llegarán nuevas, suaves, frescas, coloridas,  haciendo contraste con mi oscuridad que no se marcha. Le he dicho a mi pared que no se caiga, la sujeto con cada dibujo que me ha dolido, hechos con grafito que siempre se me ha quedado marcado en las manos, como tu olor cada vez que te tocaba. Le he dicho al suelo que no se preocupe, que sólo notará mis pies descalzos y mi cuerpo semi-desnudo cuando desconecto del mundo.  Le he dicho a la puerta que se abra cuando quiera, que ya no tengo ganas de abrirla y cerrarla. Les he dicho a todas las cosas que hemos tocado en estos meses que no se preocupen, que ya te estoy olvidando.
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¿Quieres que te diga la verdad? No te echo de menos. Ya no echo de menos tus llamadas después del trabajo, ni las noches que se nos convertían en amaneceres, ni el primer mensaje que recibí en año nuevo. No echo de menos tus retos, ni tu sonrisa, ni tu voz, ni tu bigote de batman. No echo de menos tus imágenes de chocolate y fresas, no echo de menos escribirte cartas, ni que me escribas; en realidad no recibi ninguna. No echo de menos contarte mis historias, que quizás no te importaban, no echo de menos que ya no me hables, ni que quieras seguir jugando conmigo. No echo de menos las sonrisas que se me escapaban en el silencio, ni nuestras caras de tontos cada vez que nos mirábamos. No echo de menos tu nombre escrito en mi pecho, ni el te odio de tu brazo. No te echo de menos, ya no.
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Y ella sigue insistiendo en tocar los charcos, por si se abre un portal hacia nunca jamás, volver a recuperar la infancia que perdió demasiado pronto. Volver a recuperar su alma perdida...
Si no caminas por miedo a pisar los charcos, si no vuelas por miedo a golpear al viento, si no nadas por miedo a provocar una ola, si no quieres quererme por miedo a hacerme daño, ¿Por qué vives?
Abril, tan bonita, tan triste, cansada de repartir lluvia sobre corazones de secano, sobre paraguas que esconden cuerpos que tienen miedo de mojarse, y al final les salpica en los pies, borrando el camino del asfalto. No te preocupes, yo te acompaño, sigo sin paraguas, en realidad nunca lo he usado cuando has llegado, estaba en deuda contigo, siempre me has salvado de los recuerdos del pasado, recargando a la tormenta para que siga a mi lado. Sólo tu entiendes mi existencia, quemas y alivias, mojas y secas, eres la única que en sólo un mes recorres todas las estaciones, intercalándolas constantemente, haciendo sentir cada día algo diferente. Abril, como siempre, sin paraguas. Como siempre, como yo.
Soy de las que tira la piedra y enseña las manos, de las que lanza indirectas directas, de las que callan debajo del agua, y abandonó el limbo. Soy de las que encontró el norte y el sur y perdió el este, soy de las que echan abajo el puente, de las que no aparecen ni siquiera en la sopa, de las que oscurece el agua, de las que pica los ajos y no se los come, de las que los palos con gusto también le duelen, de las que se va por otro camino que no es por el vino. Soy de las que vive por amor al aire.
Apareció, no había ni un solo día ni una sola noche en la que el tuerto no apareciera, como siempre, mirando desde la barra del bar. Se fijó en mí, le di pena, y se quedó conmigo. Ya no puedo evitar la mirada del tuerto, se ha enamorado de mi tristeza, y quiere seguir mirándome.
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Me he cansado de esperar al tiempo idóneo para mudar la piel. Me he cansado de esperar al tiempo para que venga y se lleve con él todas las huellas dactilares clavadas como lanzas en mi cuerpo. Me he cansado de esperar a que cicatricen las heridas cosidas con hilo, sin nudo al final. Me he cansado de esperar. Es hora de quitarme esta piel desgastada y dejarla mojar. La dejaré colgada en mi balcón por si decides volver, mis huesos nunca te han hecho falta, y tampoco los vendrías a buscar. Te doy lo que siempre has querido tener.
Ahora, que ya han pasado suficientes días desde la ultima vez que nos vimos, ahora, que el viento de primavera ha apagado la llama de nuestra vela que para mí seguía encendida, te dedico esta despedida. Ahora, que no hace frío, que no necesito tu calor que solo quemaba a esta chica en los huesos, te dejo tranquilo. Nadie lo sabía, ni lo sabe, solo los cómplices dibujos de mi habitación que nos miraban mientras nos desgastabamos y nos hacíamos polvo, y algún que otro visitante de mi piso. Te conocí antes de saber que eras poeta, sabía que escribías algo decente, pero no lo descubrí hasta que conocí el verdadero dolor de las palabras, el dolor que me hizo sentir tu tinta. Nos conocimos en una época extraña de mi vida, yo había despedido de mi vida al chico de lunares, y tu aún seguías esperando a la tuya. Me gustaste demasiado pronto para ti, demasiado tarde para mí, porque aun sin tenerte ya tenia miedo de perderte. Es lo que tiene ser una ilusionista, y tu un i