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Mostrando entradas de marzo, 2014
Ven, vamos a desafiar a tus tópicos. Quédate, vamos a dibujar esqueletos a los que el tiempo ayudará para que les nazca la carne, la piel, vamos a cantar, bailar, recordar los pasos de ballet que aprendí de pequeña. Quédate, acompáñame por la ciudad, mirando las líneas de las baldosas, el interior de cada escaparate, evitando los espejos y los portales. Quédate, llora conmigo por las noches, cuando suenan las canciones que me recuerden a él, y dame fuerzas para agujerear la pared como él hizo con mi alma. Quédate, en mi espalda, y hazme sentir tu respiración cada vez que cierro los ojos, hazme perder la batalla contra el insomnio. Eres quien siempre vuelve, esta vez te dejo que te quedes. Restez avec moi, solitude.
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Ya no existen finales felices, ni cuentos, solo cordura. La bruja malvada de todas las películas conjuró un maleficio. No existiría el amor verdadero. El príncipe, con más sangre negra que azul, más buitre que ave libre, besó a cada una de las princesas; fue perdiendo la magia, y cuando quiso despertar a su verdadero amor, había perdido el único medio para despertarla. Siguió esperándola, escribiéndole innumerables poemas para cuando despertara, pero nunca despertó, y su vida fue perdiendo sentido desde que se dio cuenta de su gran equivocación. Esperó demasiado tiempo a alguien que jamás despertaría.
Bienvenidos, queridos visitantes, al desorden de mi vida. Se les recomienda que descalcen sus pies y se desvistan para una mayor comodidad y una buena experiencia. Si lo desean, al final de la visita podrán dejar su huella en el fango de la izquierda, donde se encuentra el tubérculo bombeante protegido por los barrotes flotantes. Queda temporalmente prohibido el uso de las emociones. Por su propia seguridad, eviten no tocar nada, hay peligro de derrumbe. Que tengan una placentera visita, y les esperamos pronto de vuelta. ................................ Atención, señores visitantes, se les ruega que abandonen el lugar. Se han restringido las visitas debido al inadecuado uso de las instrucciones;  mi vida quedará permanentemente cerrada hasta que me dé la gana. Intentaremos solucionar el problema lo más pronto posible. Disculpen las molestias.
Tú,  con tu talento inigualable, conquistando corazones inocentes a través de tus versos. Yo, la mujer de la multitud, víctima de tus manos. Quise descubrir lo que se escondía detrás de la fachada del chico de las poesías. Estaba vacío, y yo, más vacía aún, quería llenarle. No se cómo... Supongo que a través del vacío electrodébil, por ejemplo.
Mientras tú le cantabas a la luna el vacío inesperado que sentías, yo te contemplaba, intentando percibir algo dentro de mí, pero era un esqueleto creado por un monstruo, me dijo que no estaba hecha para las emociones, no tenía el derecho a sentir, ni tampoco podía darte el calor que pedías, había perdido la carne. Quería decirte que sabía como te sentías, nací con ese vacío, quería ayudarte en lo que quisieras, pero abriste otra puerta, y desapareciste. Pesadilla antes de Abril.
Y entre las flores primaverales, dijimos adiós a nuestro invierno. La mía no entiende de estaciones, tuvo tu calor en pleno frío, y tu frialdad en este marzo casi abril, que me enfriará aun más. Descontrol estacional.
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Dicen que a nadie le amarga un dulce, el problema es acostumbrarse al sabor. Saborearlo demasiado tiempo te hace perder el gusto hacia otros caramelos. Ese es el problema. Y aquí estoy, reconstruyendo mi paladar.
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No sé si mandarte a la mierda o darte las gracias. Gracias a ti he descubierto la paciencia y aguante para no ilusionarse. Gracias a ti he descubierto la capacidad de frialdad que tengo. Gracias a ti he descubierto la inmunidad del sentimiento. Gracias a ti he aprendido a no echar de menos. Gracias a ti he aprendido a no enamorarme. Gracias a ti he dejado de sentir. No sé si es bueno o malo. Pero sé que me ha cambiado. Gracias, y vete a la mierda.
Viento, arranca raíces, mata flores, destruye balcones, y llévate mis huesos deformados, ya no me sirven. Lluvia,  sigo sin paraguas, mójame todo lo que tu quieras, hace que tenga sentidos, haz que esta flor débil no muera. Noche, no te vayas nunca. Pero siempre habrá un nuevo amanecer que hará que todo vuelva a la tranquilidad. Y yo deje de escribir.
Vamos a dejarnos de tonterías. ¿cuántas veces hemos seguido corriendo detrás de una persona que nunca ha mirado hacia atrás? ¿Cuántas veces hemos esperado a que den un paso hacia tus labios y siempre se dan la vuelta? ¿Cuántas veces has pensado que un polvo podría llegar a más? ¿Cuántas veces hemos dicho "a la mierda" y a los tres, cuatro días, o incluso al llegar la noche lo hemos llamado? ¿Cuántas veces hemos bebido para olvidar y más hemos recordado? ¿cuántas veces hemos seguido para no hacernos daño sabiendo que cada día dolía más? ¿Cuántas veces hemos caído y no hemos tenido la valentía de levantarnos? ¿Cuántas veces hemos seguido esperando en las paradas a los trenes que siempre llegan tarde? ¿Cuántas?  Innumerables. ¿Y de qué nos ha servido? Para jodernos aun más y esperar a que el tiempo lo convierta todo en indiferencia y duela menos, a que nos cierren las heridas con otros clavos. Y también para hacer poesía.
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Como un cazasueños deshaciéndose por los sueños incumplidos, por tantas pesadillas que no se van y se quedan en mi memoria. Por los sueños que seguían vivos y ya están muertos.
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Intentaba pensar que no, pero fuiste un verdadero buitre, comiéndote toda la carne que existía mientras no era consciente de lo que ocurría. Y cada semana te volvía a dejar para que me comieras, sin darme cuenta de que sólo tenías hambre, esta ave rara, más tirana que inocente, se dejaba comer para darle sentido a su carne. Y ahora que me has dejado en los huesos, no quieres nada. Los buitres nunca cambian.
Fueron divertidos todos estos meses falsos e indiferentes, fueron divertidos todos los domingos de polvo y resaca, los partidos corporales de entre semana, fueron divertidos los momentos de poesía y cerveza, fueron divertidos los primeros momentos que compartimos. Fueron horribles mis ganas de verte y tus ausencias, fueron horribles mis putas confusiones, fueron horribles nuestras distancias temporales. Es triste que todo haya acabado sin haber empezado, pero ya tienes a la siguiente marioneta temporal hasta que se acabe la arena de tu reloj. Que te vaya bien, yo seguiré reconstruyendo los huesos de mi pecho.
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Y cada vez más distantes, y cada vez más desconocidos, y cada vez más loca, y cada vez más tristes. Y cada vez más... nada.
Hoy espero a los buitres,  a los cuervos,  a las aves rapaces para que vengan a por mi carne. Ya no tiene ningún uso, ya no me sirve de nada, ahora que llega el calor no necesito que me abrigue, el invierno me ha desgastado, sólo me queda la piel, pero ya es inservible. Solo necesito los huesos para mantenerme, he desactivado toda la dopamina. Me desgasté hasta quedarme casi en los huesos,  y ya no hay nadie que me erice la piel.
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Como la sirena que pierde la vista en vez del habla, con los brazos cubiertos de escamas. como cenicienta con zapatos de plástico, como el beso de la bella durmiente que mata, como bella en una quema de libros, como rapunzel con la cabeza rapada, como pocahontas matando a John Smith con la lanza, como blancanieves dejando en la calle a los siete enanitos, como jasmine viviendo sola en el desierto, como esmeralda encerrándose en la catedral para ser monja. Como yo desde que no creo en la magia.
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Me remango las pestañas, y me adentro en el mar, agua salda que saboreo cuando se humedecen mis labios con las lágrimas. Desnuda en el mar de dudas, nadando hacia la profundidad, donde no pueda ver la luna. Mientras desciendo, recuerdo todas las caídas, todas las flechas rotas, todas las heridas, que se van blanqueciendo, activando mi ira. Me convierto en un monstruo, destrozando todo a mi paso, intentando no ser cazada, como Moby Dick. Nunca podré salir de aquí.
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Los sueños, a veces, te desvelan el final del miedo que poco a poco te desilusiona por dentro. He soñado nuestro final, y era precioso, pero ha sido mi muerte. He visto tu felicidad en los rayos de luz que se intercambiaban tus ojos y los de aquella chica. Miradas que ya se cruzaron una vez, pero no conocí la historia. Quería quererte, pero esa luz me cegaba, y al final dejaba de mirar, cerraba los ojos. Y he despertado. Cuando tienes un final, es una buena excusa para dejarlo marchar y volver a empezar. Lucha por la primavera y sus lunares,  he visto en vuestros ojos la mejor combinación de colores mezclados en el iris. Yo mientras me recuperaré de este dolor de cabeza. Y de algo más.
No fuimos amor. Fuimos a amor a primera vista. Nuestra primera mirada entrecruzada una noche de otoño, pidiendo perdón por llegar sin arreglar, pero no me importaba, ya me habías cautivado. Fuimos amor a primer gusto. Después de cervezas y hamburguesas, nos sentamos en un banco, compartimos mi cigarro con nuestros labios, con tu lengua intrusa en mi boca. Fuimos amor a primer olfato. Tengo la manía de saludar con dos besos y apoyar mi mano en el hombro; al encender el cigarro, tu aroma se introdujo por mis fosas nasales. Fuimos amor a primer oído. El acento característico de donde vivimos, las risas, los gemidos del día de después. Solo fuimos amor a primeros cuatro sentidos. Solo fuimos amor a primer, segundo, tercer tacto, y sucesivamente. Encuentros, películas inacabadas que a mitad ya estaba proyectándose para el techo. De fondo, nuestras manos, la fricción de nuestros cuerpos, una y otra vez, y así un día, dos, semanas, meses, y así nos quedamos, en amor a indefi
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INVIERNO Desde mi rara perspectiva sobre las cosas, las hojas secas después de la lluvia vuelven a la vida, intentando seguir en la sombra, para que no se vuelvan a secar. Los pájaros suicidas sobreviven en los cables mojados. Ya no hay hojas secas, están congeladas, esperando sobre las ramas verdes, esperando al viento para caer y ser destruidas de una vez; no aguantan tanta hermosura en los árboles tan verdes; en las flores, tan llenas de color; y ellas tan rotas, tan absurdas entre la multitud. Entre ellas una, diminuta; verde, marrón y un poco gris. Ha sido presa del aglomerado que se usa en las mezclas asfálticas, la lluvia no puede con ella; está sepultada hasta que se rompa la carretera. Es algo por lo que tendrá que acostumbrarse, nunca podrá descubrir la tranquilidad, será pisoteada minuto a minuto por los coches de la ciudad. Ojalá tuviera fuerzas para arrancarse a sí misma, pero no hay ninguna solución. Nadie se da cuenta de que está ahí, degradándo
Me hubiera gustado conocerte, si, a ti, ojitos verdes. Me hubiera gustado conocer tus matices de color con la luz del sol, ese que desconocimos. Me hubiera gustado ponerte conmigo la nariz de payaso, y empezar una nueva comedia. Me hubiera gustado contar tus lunares, tocarlos, unirlos con la línea imaginaria de mi conciencia. Me hubiera gustado quedarme abrazada a ti después de cada polvo, acariciarnos, mirarnos a los ojos, hacernos cosquillas, volver a jugar con la boca. Me hubiera gustado ir a cenar al sitio que me habías prometido, ese sitio tan vintage, ese que siempre había querido ir pero aún no había podido. Me hubiera gustado que me abrazaras, me hubiera gustado que en cada despedida volvieras a tocar y me hicieras muecas, despedirnos con una sonrisa. Me hubiera gustado que cada "cuando llegue, te aviso" me avisaras, y dejaras de dar señales de vida hasta que tu cuerpo no te lo pedía. Me hubiera gustado saber de que pie cogeas, para enderezarte. Me hubie
Tengo la habitación patas arriba, intentando cambiar de sitio la cama para que no me recuerde a ti, pero no hay ni una sola esquina de mi cuarto en la que no hayamos deslizado nuestros cuerpos. Ni siquiera el suelo se salva, testigo de nuestros pies descalzos y nuestra ropa repartida por todos los rincones. Tampoco puedo ponerla en el centro, estaría desprotegida por los dos lados de la cama, y me caería constantemente como lo hacía contigo. Joder, otra vez vuelvo a recordarte. El único sitio donde podría dormir es en el techo, pero de noche siempre aparecen unos pequeños puntos que se cuelan por la ventana, que parecen estrellas lejanas, y vuelvo a acordarme de ti. Me va a costar desactivar el modo recordatorio, el botón se quedó bloqueado desde la última vez que viniste, y necesita tu huella dactilar. Con lo fácil que era antes.
Esto es lo último que voy a escribir(te). Ahora que ha llegado la primavera, ahora que se puede cambiar de estación, de contexto, de vida, me marcho. Vuelve al juego, esta vez sin mi as en la manga. Vuelve al mercado, busca el pienso de la felicidad y evoluciona a una bonita ave, los buitres también pueden cambiar. Olvida a esta ave rara. Ya no tienes la amenaza del péndulo sobre tu pecho. Vuelve a los bares, y enamórate en cada trago; si tiras la cerveza no te preocupes, te puedes beber la que yo me tomaría. Vuelve a escribir en otros cuerpos, el mío tiene demasiadas marcas del pasado que no se curan, que duelen cada vez más con el paso del tiempo. Vuelve a los primeros encuentros, a las primeras citas, vuelve a las esquinas y cambia el contenido; que yo no aparezca. Quiero que vivas, que rías, que folles descalzo y con los calcetines puestos, acaricia a las almas por dentro de la misma manera con la que acariciaste la mía, descubre los cuerpos que te esperan. M
Vuelvo a encontrarme capullos en el sendero floral. Capullos secos que necesitan demasiado rápido el agua y el sol para florecer. Capullos que se plantaron en otoño, que huyeron y vuelven a aparecer en primavera, a joder. Capullos melódicos que huyeron con la excusa de que iban a por su madera de árbol caduco, y no vuelven. Desaparecen. Menos mal que quemé las raíces justo al irse. Hay capullos que no merecen florecer. Ni volver al abono donde no quisieron crecer.
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Todas las noches tengo el mismo problema. El insomnio y las manos muertas. Cierro los ojos, aun llevando los auriculares puestos, noto una presencia que se acerca a mí. Los abro de golpe, y no veo nada, solo la oscuridad de mi habitación y pequeños lunares de luz en el techo a causa de los agujeros de la persiana. Vuelvo a cerrar los ojos, y vuelvo a notar la presencia. Vuelvo a abrirlos, intentando no cerrarlos por miedo a sentir algo. Me pongo a escribir y se me duermen las manos, son las únicas que consiguen dormir de todo mi cuerpo. Mordisqueo cada uno de mis dedos para despertarlos, pero no siento nada. Igual que en mi interior, sin hormigueo. Y otra noche de tantas sin poder dormir.
Creo que va siendo hora de poner punto y final a los interminables puntos suspensivos que ya no tienen sentido, ni ganas de continuar. Esta noche he bebido para olvidar, pero no me ha servido. Constantemente me pregunto donde mierda está el amor, pero no el básico, el que me gustaría. El de sin ataduras, pero con ganas de mí. El que vuela ya haya cielo azul o tormenta. El que siempre quiere guerra. Ese amor exclusivo que no hay que exhibirlo, solo sentirlo. Hace tiempo que nadie amanece conmigo. Hace tiempo que nadie me acaricia la espalda después de un polvo y se fuma conmigo un cigarrillo. Hace tiempo que no siento nada, andando sola sin ningún motivo.
19 de marzo, día del padre; me siento un poco cenicienta, muerto el padre, y al servicio de los demás. Yo no soy de las que usan zapatos de cristal. Soy de las que luchan para mantener vivos a los que me rodean. Muerto el padre, se acabó la guerra.
Suelo caminar por las tardes por la ciudad, sin mirar hacia ningún lugar. Cada vez que paso por la librería que desconocía y entré, recuerdo cuando te encontré allí, después de muchos años, y nos comportamos como desconocidos que se conocían corporalmente bien. Habíamos cambiado demasiado, yo había perdido peso, me había crecido el pelo, y tú... tu seguías igual de guapo, te habías cortado el pelo, seguías teniendo esos ojos oscuros que se contrastaban con los míos. Rompí la barrera del olvido y volví a recordarnos. Hablamos de arte, siempre nos evadíamos del escenario cotidiano, y dábamos vida a todas nuestras ideas. Pero el recordatorio duró pocos minutos, tenias a alguien esperándote en la puerta. Han vuelto a pasar bastantes años, y nos hemos vuelto a encontrar, esta vez nadie nos espera.
Perdóname, pero aún no estoy preparada para ver las estrellas. Una de ellas me provocó un lunar, y estoy esperando a que desaparezca.
Dicen que mañana viene la primavera, con un eclipse de sol y otro de luna. Esconderé mi corazón de huesos, todos mis esqueletos, para que no cobren vida. Me dicen que lo mejor es tener un cambio de estación, pero hasta que no llegue abril estaré en la estación de invierno. Abril es como el otoño que se cuela entre la sangre y las flores, resecándolas, y así he sido siempre.
Tengo que mentirte, y decirte que no me duele cada una de tus actualizaciones, no veo desde aquí nada de lo que haces. Tengo que confesarte, que siento en el pecho una presión cada vez que te hablo, cada vez que te llamo, y no me respondes. No se que hacer desde que terminó el juego, era lo único que me daba sentido, y el hipotético caso de tenerte aquí conmigo. Dime que hago yo ahora con todos nuestros recuerdos, con las fotos, con los retos. No se como explicarte que hay que saber leer entre líneas, no hay que tomárselo todo al pie de la letra, siempre he sido de indirectas directas, y nunca coges las buenas. No puedo explicar el arte a alguien que no lee libros; no es difícil entenderlo, pero tú tampoco quieres hacerlo, al final se coge el camino de la indiferencia, el que más oprime mi pecho. Cierra tú la puerta, por favor te lo pido, yo no me atrevo a hacerlo.
Je n'ai pas déjà des enveloppes pour te envoier, aucun raison pour le faire. Toujours, je regardais mon boîte aux lettres, mais jamais il n'y avait rien. Tu ne veux pas déjà me sauver, et je ne peux plus attendre. Tout a disparu. Il n'y a pas de jeux d'enfants.
No es valentía cerrar la puerta cuando te marchas, valentía es abrirla y salir corriendo detrás de ti para decirte "vuelve cuando quieras". Siempre lo digo entre dientes, pero no me miras cuando te marchas. Y así no puedo decirte nada.
No vengas aún, primavera, que no me he recuperado del desangre, que sigo en los huesos. Dicen que puedo rellenar el corazón de flores, pero ninguna flor vive eternamente, siempre se marchita. No vengas aún primavera, que mi flor de invierno con tu calor se diseca.
Eras como esas uñas que se deslizaban por mi espalda, erizándome la piel de placer, esas uñas que se clavan mientras te movías entro de mí, esas uñas que te muerdes. Y de tanto mordértelas terminaron limándose, sin dejar la marca en mi cuerpo. No, no es lo mismo.
Y tú tan tú. Y yo tan yo. Poéticamente parecidos, incomprendidos, con un pasado que no arde, un presente confundido y un futuro imposible. Pero tú sigues siendo muy tú, y yo no dejaré nunca de ser yo. Por eso nunca habrá un nosotros.
Me estoy acostumbrando a hacer la maleta constantemente para salir de las vidas ajenas. A llevarme todo lo que te recuerde a mí, para que sea mejor olvidarnos del todo. El problema es que no lo dejo de escribir, es inevitable, y duele. Pasarán cinco, diez años y te llamaré, acordamos que nos llamaríamos, pero no acordamos descolgar el teléfono. Llamada perdida, maleta hecha y saliendo por la puerta. Te la dejo entreabierta. No soy yo la que debe cerrarla.
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De pequeña, mientras mi madre se ocupaba de su trabajo, siempre me dejaba en la fonoteca, rodeada de discos, discos de todas las épocas, de todos los estilos, de todos los formatos. Me encantaba contemplar cada carátula de artistas desconocidos que poco a poco fui descubriendo. Me encantaba encerrarme en el estudio de grabación, poner una cinta en el cassette y grabar mi dulce voz; cantando las bandas sonoras de Disney, me las sabía todas, diciendo lo que pensaba en voz alta; que mi padre había cogido un avión y había volado muy lejos, que se me había muerto el canario; a saber lo que pasaría por mi pequeña cabeza. Y es lo que echo de menos. Perderme entre mis pensamientos, imaginarme historias sin que me perjudiquen y poder escribirlas, volver a sentir esa sensación al entrar a la fonoteca,  esa que tantas veces he tenido que ordenar, igual que mi cabeza. Aún guardo en algún sitio que ya no recuerdo aquella cinta,  la que más de una vez me ha robado lágrimas hac
He entrenado muchas veces a mi ave rara para los vuelos de combate. Siempre desgastando las alas, agujereándolas, perdiendo el control del vuelo, y cayendo una y otra vez contra el suelo, rompiéndose el pico, desangrándose a cada momento. Esta vez fue diferente. No había empezado la guerra y ya la había perdido, se había encariñado con el buitre.
Si pudiera, me metería en el sobre, y me enviaría a tu dirección, como todas las cartas que te mandé con cada uno de los cinco sentidos. Si pudiera, te daría aquel beso de cacao y sombra de ojos. Si pudiera, te dejaría que olieras mi perfume en el cuello, o en la parte que tu quieras. Si pudiera, te dibujaría en directo mientras vemos nuestro reflejo en el espejo, desnudos, despeinados, con una curvada línea en nuestros rostros, con los pómulos rojos. Si pudiera, te cantaría una canción susurrándola en mi boca. Si pudiera, me habría arrancado la mano solo por tocarte cada parte de tu cuerpo, y mandarla de vuelta para convertirlo todo en recuerdo. Si pudiera...
Él era de esos chicos que se "enamoraban" de las margaritas recién florecidas. De esos chicos que van arrancando pétalo a pétalo en largos intervalos de tiempo, para que no duela tanto. Nunca se atrevía a arrancar el último, por si acaso. Y volvía al bar para buscar una nueva, así sucesivamente; algunas las dejó intactas, otras a mitad. La mía decidió arrancarse a sí misma el último pétalo, esperando a la lluvia y al buen tiempo para volver a florecer. Pero no se dio cuenta de que la arrancó de la raíz para la colección de su florero mental, esperando al tiempo para disecarlas y convertirlas en su marcapáginas.
He tomado tantas dosis de fracaso en un tiempo tan prolongado, que ya no me afecta. El tiempo me ha enfriado. Han venido tantos fracasos después, que ha disminuido la intensidad de sufrimiento del primero; pero todos dejándome sin sueño. Como este insomnio, que se prolonga cada día, dejando mis ojos abiertos, y este viento que me va clavando astillas. Soy muy cobarde en casi todo, pero sigo intentándolo. Enciendo el fuego para prepararme otra dosis.
Si no te digo te quiero, no es porque no quiera, es porque no me sale. Me he reprimido tantos sentimientos en un tiempo tan prolongado, que me he quedado sin sensibilidad emocional. Y así me va.
Anoche hice un largo camino sobre los trenes. Estuve sentada en la estación esperando a que pasara el tren con destino tu alma. Siempre he sido de coger el trayecto más corto, pero nadie nos dijo que la próxima parada aún no se había construido. Lo bueno es que ni el jefe de cabina ni yo teníamos prisa en llegar. Lo malo es que a causa de la lentitud, los vagabundos se colaban en los vagones abiertos, avanzando hasta la cabina central donde estabas tú. Fui cobarde, y me quedé en el último vagón, esperando a que te dieras cuenta de que no me importaba el viaje, ni los vagabundos, me importaba el destino. Al final el jefe de cabina se descuidó y escarriló, y aquí estamos, esperando en las vías a alguien que nos encuentre, en vez de mirarnos.
Si te coge la tormenta por sorpresa, no te escondas en los portales, aprovecha los días nublados, sal sin paraguas. Moja tu coraza arboral, con el agua siempre se crece.
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Manos entrelazadas sin sentimiento, manos que tocan y no hacen nada, que se mojan y no cambia el tacto. Manos que consiguen lo que quieren con solo alargarlas. Manos traviesas que solo te queman. Manos que confunde, pero son ásperas. Manos que se hunden en el fango y no se ensucian. Manos tristes engañosas. Manos que entran y salen a su antojo, manos sin sensibilidad. Manos de cocodrilo.
Como cuando tienes un picor enorme  pero en el foco del picor hay una herida cicatrizando, al final no aguantas, te rascas, te arrancas la costra, y no paras de sangrar. Así siempre.
Lo único bonito que escribo, todo el mundo lo ve triste, pero es precioso. Es nostalgia, melancolía, tristeza, sensibilidad profunda, y también forman parte de los sentimientos. Veo belleza en la gama de colores grises de las nubes, que se desplazan majestuosas sobre un cielo azul demasiado básico. Veo belleza en las líneas relativas que separan unas de otras. Veo belleza en las gotas de lluvia que producen una melodía tranquilizadora al hacer sonar las hojas secas, esas gotas que erizan la piel cuando abundan en tu cuerpo. Ya lo dije una vez, los días soleados hacen inerte mi existencia, en cambio,los días nublados ablandan la sequedad y dureza de mi coraza. Esta noche no ha llovido, tampoco en mi mundo paralelo, pero echaba de menos no hablar de ello.
El problema del tiempo es que vivíamos con el punto muerto en el reloj de arena. Pasaron los meses, y éramos tan cobardes que no tuvimos el coraje de levantarlo y echar a volar, a correr, sin miedo a lo que pasará cuando nos paremos. Siempre he sido una caminante errante, sin prisa ni rumbo fijo, pero se me desgastan los zapatos, y a veces me canso de ir descalza por tu vida. Tampoco quiero que compartas tus zapatos, aún sigo sin saber lo que quiero, nada busco, nada espero, nací con la desilusión debajo del brazo, con un quiero y no puedo, escarrilando siempre mi tren, hundiendo el barco en tu isla, pero no te lanzas al agua en los malos días. Al final acabo mezclando figuras de estilo, y no sirve de nada, sigues sin estar aquí conmigo. Frases pobres sin ningún sentido.