Ahora, que ya han pasado suficientes días desde la ultima vez que nos vimos,
ahora, que el viento de primavera ha apagado la llama de nuestra vela que para mí seguía encendida,
te dedico esta despedida.

Ahora,

que no hace frío,
que no necesito tu calor que solo quemaba a esta chica en los huesos, te dejo tranquilo.

Nadie lo sabía, ni lo sabe,

solo los cómplices dibujos de mi habitación que nos miraban mientras nos desgastabamos y nos hacíamos polvo,
y algún que otro visitante de mi piso.

Te conocí antes de saber que eras poeta,

sabía que escribías algo decente,
pero no lo descubrí hasta que conocí el verdadero dolor de las palabras,
el dolor que me hizo sentir tu tinta.

Nos conocimos en una época extraña de mi vida,

yo había despedido de mi vida al chico de lunares,
y tu aún seguías esperando a la tuya.

Me gustaste demasiado pronto para ti,

demasiado tarde para mí,
porque aun sin tenerte ya tenia miedo de perderte.
Es lo que tiene ser una ilusionista,
y tu un inerte.

Te entró el pánico cuando te dije que me gustabas,

tenia que haberme callado,
pero soy de las que tira la piedra y enseña las manos.

Aun así, seguimos con el punto muerto en el reloj de arena, siendo unos inertes sentimentales activados corporalmente, puro placer, pero seguías gustándome.


Decidimos cortar por lo insano,

pero volvias diciéndome que era la chica perfecta en el momento equivocado.

No se si escribiste algún poema nuestro,

pero hubo algunos que me dolieron,
me encogió el corazón,
intentando suicidarse entre mis costillas,
dejandome sin respiración.

Desde entonces decidí no quererte, utilizarte para crear arte, igual que tu lo habrás hecho conmigo mas de una vez.


Perfectos poéticos, imperfectos humanos.


No te tenia realmente, pero no me importaba;

no quería tener una relación seria con alguien,
pero tampoco ser el postre de nadie;
tuve que olvidar a tantas personas en un tiempo tan reducido, que dejé de tener sentimientos.

Solo fuimos atracción mutua e intereses comunes,

no fue amor, ni ilusión, ni estuvo ni pareció.

Poco a poco me fui dando cuenta del arte en las letras;

dejó de dolerme todo lo que escribías, dejé de leerte, de verte, dejé que te fueras.

No merecía la pena.


Pero tengo que confesarte algo.

No quería ser la mujer de tu vida,
no quería verte todos los días,
tu no querías quererme y yo lo entendía.

Sólo quería ser un medio de escape por amor al arte,

hacernos poesía,
pintarnos,
follarnos,
saltar en los charcos.

Soy muy complicada, pero te ofrecí en exclusividad mi parte sencilla.


No te preocupes,

no quiero que vuelvas,
sólo quería hacerte una despedida.

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